«Locura es hacer siempre lo mismo y esperar resultados diferentes»
Albert Einstein
En una entrada anterior de este Blog, te hablamos sobre las Emociones, ¿recuerdas?, aquellas reacciones innatas, involuntarias y subjetivas que suelen ir acompañadas de cambios fisiológicos en nuestro organismo y a las que vale la pena prestar atención. Las emociones nos van a avisar si estamos en peligro o si están invadiendo nuestros límites o si has perdido a alguien importante.
Hoy queremos hablarte del Miedo, una de las emociones básicas junto a la alegría, la sorpresa, el asco, la ira y la tristeza. Si aprendemos a relacionarnos con él, nos beneficiaremos de toda su sabiduría. Por el contrario si dejamos que nos maneje a su antojo, cuando percibamos una amenaza o sentimos miedo saldremos huyendo o atacaremos de forma impulsiva.
El primer paso para regular las emociones y convertirnos en personas emocionalmente inteligentes es ser consciente de ellas.
Todos experimentamos miedo en alguna ocasión, lo traemos de serie y suele ayudarnos en muchas ocasiones. El miedo es la emoción que se activa cuando percibimos un peligro, ya sea real al encontramos con un hambriento león, o imaginario si pensamos que nos vamos a quedar sin voz al hablar en público.
Como la probabilidad de cruzarnos con un fiero león son bastante bajas seguiremos hablando del miedo que se dispara cuando anticipamos peligros futuros.
La sensación de miedo no suele resultar agradable, está bien reconocerlo, aceptar nuestras debilidades y vulnerabilidad, nos recuerda que no somos súper héroes, sino humanos, ¡bienvenido al CLUB!!!.
Es gracias a una estructura cerebral llamada corteza prefrontal, que podemos tomar conciencia de esa sensación e interpretar la situación de forma objetiva.
1. ¿Este miedo se debe a un peligro real o me lo estoy imaginando?
El problema no es experimentar miedo, sino ver problemas donde no los hay, anticiparnos al futuro con ansiedad y temor.
2. Ahora que sé que esto que siento es miedo, ¿qué hago con él?
Esa capacidad que tenemos de pararnos y reflexionar nos va a permitir darnos cuanta a que clase de miedo necesitamos enfrentarnos, real o imaginario, y decidir como queremos actuar.
3. ¿A qué recursos, externos o internos, puedo recurrir para encontrar ayuda?
Cuando se trata de enfrentarnos a problemas reales, nuestros recursos personales, familiares, sociales, sanitarios, etc suelen ser mayores que nuestras dificultades.
Nos puede ayudar pensar qué otras situaciones, que nos generaban temor, hemos enfrentado. ¿Cuales fueron las acciones que llevamos a cabo y nos dieron buenos resultados? y ¿cuales no nos sirvieron?. Esto nos permitirá hacer una lista de nuestros recursos. Incluso podemos averiguar que soluciones ponen en marcha otras personas en situaciones como la nuestra y que nosotros nunca nos atrevimos a probar y quizás AHORA es el momento.