“La inteligencia emocional representa el 80% del éxito en la vida”
Daniel Goleman
Todo lo emocional está muy de moda, eso lo saben bien los diseñadores de publicidad, hasta el punto de ver el otro día un anuncio donde una marca de cervezas nos animaba a “expresar las emociones”, claro que para ellos su objetivo es vender más cervezas, no que seas emocionalmente inteligente y sepas manejarlas.
Las emociones juegan un papel muy importante en lo que pensamos, en las decisiones que tomamos y en nuestro éxito en la vida.
El término de inteligencia emocional fue acuñado por el psicólogo Daniel Goleman, basándose en el modelo de inteligencias múltiples de Gardner, como una inteligencia derivada de las inteligencias intrapersonal e interpersonal. Según Goleman se puede definir la Inteligencia Emocional en base a dos habilidades:
Una es reconocer, canalizar y manejar los propios sentimientos, habilidades que son propias de la inteligencia intrapersonal.
La otra habilidad supone manejar adecuadamente los sentimientos que aparecen en la relación con los demás, esta se corresponde con la inteligencia interpersonal de la que nos habla Gardner.
Según el autor del libro Inteligencia Emocional, ¿cuales son las cualidades de las personas emocionalmente inteligentes?:
Conocen sus propias emociones. La mayor parte de nosotros tenemos más capacidad para expresar lo que pensamos que lo que sentimos. Poder tener conciencia de las propias emociones en el momento en que ocurren nos posibilita poder decidir nuestro comportamiento. Por el contrario una incapacidad en este sentido nos deja a merced que decidan por nosotros las emociones de forma incontrolada.
Conocen como manejar la emociones. Esto supone la habilidad de poder manejar nuestros propios sentimientos, lo que nos permitirá poder expresarlos de forma apropiada, sin dañar a los demás ni a nosotros mismos. Para poder llevar a cabo esta habilidad será requisito imprescindible que contemos con la primera de las características, que seamos conscientes de nuestras propias emociones en el momento en el que suceden.
Se motivan a ellos mismos. La motivación y la emoción se relacionan íntimamente. Una determinada emoción nos va a acercar o alejar de nuestro objetivo, por ejemplo el miedo tiende a alejarnos a decirnos que no podemos mientras que la impaciencia puedo provocar que tomemos decisiones que nos nos beneficien, a su vez la confianza es un buen aliado para acompañarnos en nuestros proyectos. El autocontrol emocional, del que ya hemos hablado en este blog, supone demorar gratificaciones y dominar la impulsividad, las personas que cuentan con estas capacidades tienden a ser más efectivas en los proyectos que emprenden.
Reconocen las emociones de los demás. Esta habilidad es conocida como empatía, y nos permite sintonizar mejor con las señales que indican lo que sienten las otras personas y pueden necesitar o desear.
Tienen la capacidad de establecer relaciones sociales. Se trata de una competencia social básica en un líder, contar en su repertorio de comportamiento con estas habilidades sociales les facilita mantener relaciones suaves y efectivas con los demás.
El conocimiento de nosotros mismos o autoconciencia es la base de las otras competencias, es el que permite poner en practica, el autocontrol y la motivación.
Para la persona emocionalmente inteligente cada momento es una oportunidad para ser consciente de sí mismo.